Esto según una reciente investigación liderada por el académico y paleobotánico de la Universidad de Atacama Philippe Moisan.
Este estudio publicado en la revista especializada Review of Palaeobotany and Palynology, demostró que las floras fósiles de los periodos Devónico a Triásico están muy bien representadas en distintas localidades fosilíferas en todo el país. Sin embargo, las floras fósiles más antiguas se encuentran en las regiones del norte chico y grande, siento Atacama una de las áreas más relevantes, mientras que las floras triásicas están ampliamente distribuidas a lo largo del territorio.
Su autor, el paleobotánico Dr. Philippe Moisan de la Universidad de Atacama, indica que “este estudio, se centró en el vasto registro paleobotánico del Devónico al Triásico de Chile que abarca aproximadamente desde hace 380 a 200 millones de años, revelando así la asombrosa evolución de las plantas en un lapso de 180 millones de años”.
Antecedentes
Las plantas terrestres han desempeñado un papel crucial en la historia de la Tierra y en el origen y evolución de los ecosistemas terrestres. “Durante el Paleozoico las plantas terrestres se adaptaron con éxito al ambiente terrestre, desarrollando raíces, hojas, estomas y semillas, lo que les permitió adaptarse y colonizar un medio terrestre hostil, interactuar con hongos, y luego con invertebrados y vertebrados. En el Mesozoico temprano, las plantas continúan su diversificación en distintos grupos vegetales, muchos de ellos ya extintos y que no tienen equivalentes cercanos actuales.”, explica el paleobotánico.
Las floras triásicas en Chile son muy diversas, y el registro fósil nos muestra una interesante diversidad y abundancia de helechos, esfenofitas, helechos con semillas (como el extinto Dicroidium), cicadófitas, ginkgofitas y otros grupos de gimnospermas. “Recientes excavaciones paleontológicas en diversas localidades de Chile han permitido, no solo recolectar una gran cantidad y variedad de plantas fósiles, sino que también de otros organismos poco conocidos en el registro fósil del Triásico de Chile, tales como conchostracos, ostrácodos, insectos, arácnidos y peces, que están siendo estudiados en cooperación con otros investigadores nacionales e internacionales”, menciona el especialista de la UDA.
El autor puntualiza que “sólo una parte de este registro fósil ha sido estudiado. Aún queda bastante por explorar, descubrir y estudiar, por lo que se necesitan más especialistas en paleobotánica en Chile. Lo cual es un reto, porque hay muy pocos paleontólogos contratados a jornada completa en las universidades y museos. Además la asignatura de Paleontología se enseña en pocas universidades chilenas o se ha fusionado con otras asignaturas. Sin embargo, a pesar de esas dificultades, cada vez más estudiantes de Geología y Biología se interesan en realizar sus tesis en Paleobotánica”.
Por último, el autor de esta investigación destaca el trabajo del ilustrador científico Mauricio Álvarez, quien logró reconstruir un ecosistema triásico basado en el registro fósil de Chile. “El trabajo de Mauricio es maravilloso, porque logra con rigurosidad científica, basándose en las evidencias que nos entrega el registro fósil, reconstruir ecosistemas de 220 millones de años” concluye Moisan.
En Chile, sin duda, existe un gran potencial para continuar desarrollando investigaciones en el campo de la paleobotánica en períodos geológicos poco estudiados. Estas investigaciones deberán incorporar a nuevas generaciones de especialistas que estudiarán las plantas fósiles del pasado geológico, no como organismos aislados, sino que en constante interacción con otros organismos y su entorno. Este conocimiento del pasado nos permitirá comprender mejor la dinámica de los ecosistemas actuales y predecir cómo responderán al cambio climático global.